jueves, 29 de mayo de 2014

SESGOS COGNITIVOS Y MÉTODO CIENTÍFICO

Los prejuicios cognitivos no son más que hipótesis, inducciones o construcciones mentales que han sido sesgadas positiva o negativamente por el cerebro. Asimismo, cuando se realizan afirmaciones o se argumentan y estos prejuicios cognitivos sales a la luz se convierten en falacias.

El prejuicio cognitivo o proceso mental con el que se sesgan las creencias no se puede eliminar ya que es un aspecto fisiológico intrínseco al ser humana y que además parece estar extendido evolutivamente ya que cumple su función en la asociación y reconocimiento de objetos cotidianos. Lo que es posible es compensar el sesgo o modificar las propias creencias mediante el método como mecanismo para descartar hipótesis que son falsas. De esta forma, el sesgo se situaría en dirección a hipótesis que son menos falsas que hasta nuevas revisiones en busca de factores desconocidos o nueva información.

La ciencia no pretende ser ni absoluta, ni autoritaria, ni dogmática; todo el conocimiento científico está sujeto a revisión, a estudio y a modificación.

Para no caer en el prejuicio cognitivo es necesario, por tanto, la experimentación. Después de llevar a cabo la experimentación se analizan los resultados y se llega a una conclusión. Si los resultados respaldan la hipótesis, ésta adquiere validez; si los resultados la refutan, ésta se descarta o se modifica presentando nuevas formas para refutarla.

El método científico está también afectado naturalmente por los prejuicios ya que los efectos asociativos de nuestra mente son los que permiten, al mismo tiempo, lanzar el mayor número de hipótesis. Sin embargo, el método, si está bien ejecutado en sus últimos y más importantes pasos, permite desecharlas. Por eso, en ciencia se usa la revisión por pares, a mayor número de revisiones menor probabilidad de sesgo o de falsa interpretación de los datos experimentales, con lo que el trabajo es considerado más riguroso o estable.

El problema con los prejuicios cognitivos es que normalmente se aplican a conceptos que cambian con regularidad quizás a una velocidad mayor de lo que es posible medirlo mediante pruebas o experimentación, además no son uniformes y poseen excepciones, estos prejuicios se basan por tanto en probabilidades y no en afirmaciones certeras. El método científico, por tanto, se convierte en el método maestro para probar hipótesis y desechar las falsas.

A esto se refería Einstein cuando dijo "No existe una cantidad suficiente de experimentos que muestren que estoy en lo correcto, pero un simple experimento puede probar que me equivoco"



miércoles, 21 de mayo de 2014

FRAUDE CIENTÍFICO

Uno de los casos de fraude científico más famosos de la historia es El Hombre de Piltdown. Este fraude duró 40 años sin identificarlo.

Se encontró un fósil en 1912 en Sussex, Gran Bretaña, que se identificó como el eslabón perdido de la especie humana. Se afirmó que tenía unos 500.000 años de antigüedad. Esto les proporcionaba a los investigadores ingleses un homínido propio y no uno cualquiera, la bóveda craneal era humana pero la mandíbula tenía aspectos simiescos.

Pero en 1953 unos investigadores del Museo Británico afirmaron que era falso, se dijo que la bóveda craneal era humana pero que no tenía más 50.000 años y que la mandíbula era de un orangután y había sido teñida para que encajasen los colores perfectamente.

No se sabe quien cometió el fraude pero fue en una época en la que había muchos científicos importantes en esta rama de la ciencia.
 

La historia de este engaño comenzó y se basó en unos restos óseos (en concreto un cráneo parcial, un diente suelto y una mandíbula con dientes) descubiertos en Inglaterra en 1912, en Piltdown, un pueblo de Sussex. Un obrero los encontró en una cantera, y se los entregó al arqueólogo aficionado Charles Dawson, que los presentó, junto con el eminente paleontólogo Smith Woodward (del Museo Británico), en la Sociedad Geológica de Londres.

Durante años se mantuvo el debate sobre el origen de estos restos, y la prensa dijo que muy probablemente correspondieran al eslabón perdido, denominándolo Eoanthropus dawsonii. Estos restos fueron aceptados por la comunidad científica sin mayores análisis, debido principalmente a que era perfecto e idéntico a la idea de aquella época sobre el eslabón perdido. La idea de esa época era que el eslabón tenía que haber tenido un gran cerebro pero igualmente presentar rasgos simiescos, y posteriormente haber evolucionado a una apariencia humana; idea contraria a la existente ahora y que presentan los fósiles verdaderos.No obstante, comenzaron a surgir cada vez más dudas sobre la antigüedad y el origen de esos restos.

Finalmente, el dentista A.T. Marston, determinó que los dientes de ese esqueleto correspondían evidentemente a un orangután, el diente suelto a un mono y el cráneo a un ser humano (Homo sapiens): a partir de entonces, los análisis del contenido en flúor de los huesos demostraron que el enterramiento había sido intrusivo, así como que el color ferruginoso oscuro de los huesos se debía a un tratamiento químico, para uniformar las diferencias de color entre la mandíbula (más moderna) y el cráneo (más antiguo).

Nadie sabe quién cometió el fraude, y algunos lo atribuyen a los descubridores originales, señalando sobre todo a Dawson, motivado por el hecho de que en las islas británicas no había sido descubierto ningún fósil humano, mientras que en el resto de Europa y fundamentalmente en África sí. Sin embargo, el profesor Douglas dejó a su muerte una cinta magnética en la que señalaba que el autor de la falsificación fue el archifamoso profesor Sollas, que pretendía con ello desprestigiar a su rival Woodward.

A pesar del fraude, se ha erigido, por suscripción popular, en el lugar donde se descubrieron los huesos, un monumento honorífico a estos restos: el propio Woodward asistió a la inauguración.
 

martes, 6 de mayo de 2014

¿SE DEBEN PUBLICAR LOS RESULTADOS NEGATIVOS?

A todo el mundo le gusta obtener resultados positivos, pero la realidad es que estos son la minoría, especialmente cuando se habla sobre investigación.

Muchas de las revistas científicas solo publican los resultados positivos, es decir, aquellos que confirman la hipótesis de partida. Otras, como The All Results Journals, en cambio, se centran sólo en los resultados negativos o “secundarios”: documentación experimental de una hipótesis que resultan no ser verdad, u otros experimentos que no afirman una hipótesis específica pero que son, sin embargo, una representación verdadera de ese experimento.
Hay una enorme fuente de datos experimentales bloqueada en los cuadernos de investigaciones que podrían estar al servicio a la comunidad científica, debido a que muchos experimentos no producen los resultados o los descubrimientos esperados.
Este alto porcentaje de investigación ‘fracasada’  genera una información de alta calidad, ya que estos resultados negativos, pueden conducir a nuestro siguiente paso en la investigación, pero es poco probable que sean publicados. Dar a conocer estos resultados mejoraría nuestra sociedad científica de buena manera.
Además la no publicación de resultados negativos puede originar un sesgo de publicación positiva. Una de las soluciones propuestas para evitar este sesgo, es el preregistro de experimentos: la conveniencia (eventual obligatoriedad) de que los experimentos que se vayan a realizar hayan de ser registrados con anterioridad (en algún tipo de repositorio abierto), de forma que ocurra lo que ocurra con el experimento se disponga de la información pertinente.
Por todo ello, se deben publicar los resultados negativos, ya que deben hacerse accesibles esos experimentos al resto de la comunidad, pudiendo evitar pérdidas de tiempo y dinero del resto de la comunidad científica y favoreciendo un avance científico mucho más rápido.